Esta soy yo, son mis pensamientos, mis ilusiones, mis sueños en definitiva, os presento mi mundo, que espero que os guste y seáis muy felices en mi pequeño rincón de la fantasía y la magia...

sábado, 21 de abril de 2012

NURIA

-Cariño, ven a darle un beso a papá, venga, ven que me tengo que ir a trabajar. -Vendrás pronto? -Si, a la hora de desayunar yo estaré ya aquí y te traeré un bollo de mantequilla de esos que te gustan a ti, vale? -Vale, papá. Raúl salió de su casa hacia su nuevo trabajo, después de llevar en el paro más de siete meses. El único que había conseguido y aunque cansado estaba bien pagado. Iba en el camión de la basura detrás de pie, recogiendo lo propio. No era difícil pero sí extenuante. Tras varias horas de duro trabajo, Raúl vio algo al lado del contenedor, que le llamó la atención. Se acercó y al cogerlo vio que era una preciosa muñeca, pequeñita, con el pelo lila y una carita muy graciosa; no tenía ni un desperfecto, así que la guardó entre sus ropas y cuando llegó a casa la puso en la silla donde desayunaba su linda hijita. Comenzó a preparar el desayuno para las dos mujeres de su vida, zumo, tostadas, café y un gran plato de bollos calientes que compró camino a casa. Cuando terminó fue a despertarlas, primero a su mujer que enseguida se levantó y después a Nuria, su pequeña. Llegó hasta la habitación, la abrió y se quedó mirándola. Así podía pasar horas. La niña tenía una preciosa y abundante melena oscura y unos hermosos ojos azules, su rostro era redondeado y dulce y se dulcificaba más todavía cuando sonreía, porque le sonreía el alma, era un ángel. Le daba pena despertarla y muy suavemente la fue espabilando, primero con un beso, después soplándole, para acabar cantándole su canción favorita muy suavecito y ya con mucho trabajo el ángel fue despertándose. Al abrir los ojos apareció su sonrisa en cuanto vio a su padre allí. Se adoraban. Bajaron a desayunar los tres juntos y cuando llegaron a la cocina, la niña se sorprendió al ver en su silla a la muñequita que su padre había traído, corrió y se abrazó a ella gritando de contenta. La muñeca le encantaba, no se parecía a ninguna de las muchas que tenía. Saltaba y reía tan contenta que todos acabaron riendo juntos. Ese fue un gran día. Pasaron los días y Nuria no se separaba de su nueva muñeca Marta, puesto que así la llamó. La llevaba a todos los sitios escondida en su mochila, la vestía, la peinaba, le preparaba comiditas, la metía en la cama y hablaba con ella a todas horas. Ya no volvió a mirar a ninguna de sus otras muñecas. En el colegio como no podía llevar juguetes, se escondía en los baños para poder jugar con ella y contarle sus cosas, sus secretos, los misteriosos secretos de una niña de seis años y cuál fue su sorpresa cuando una tarde estando en su cuarto jugando con ella, cómo no!, al hacerle una pregunta a Marta, esta le contesto!! ¡¡habló con ella!! ¡¡ella la oía!! Era una muñeca perfecta, una amiga perfecta para ella. Nuria siempre había sido una niña aplicada y ordenada pero ahora no tenía tiempo de hacer sus tareas. Cuando salía de las actividades extra-escolares, a las que iba más a disgusto cada vez, se sentaba en la parte trasera del coche y no decía nada, solo le acariciaba el pelo a Marta y respondía con monosílabos a las preguntas de sus padres. Ya no necesitaba vocalizar las palabras para comunicarse con Marta, ella la oía en su mente y respondía también así; era algo extraordinario para ella, solo tenía un pequeño fallo, que si no la tenía a su lado, en contacto directo con ella, no podía oírla, tenía que tocarla para comunicarse. Así que se las ingenió para tenerla siempre tan cerca como para poder tocarla y estar en contacto permanente y si no era así, se sentía como perdida, angustiada y desesperada por volver a tenerla entre sus manos. Era totalmente dependiente de Marta. Seguían pasando los días y Marta decidía a qué jugaban, cuándo y dónde. Pasaban horas en el jardín, hacían comiditas y mandaba a Nuria a recoger manzanas pinchosas, unos frutos redondos que crecían al lado del jardín de la casa, las utilizaban de postre y todos los días le hacía comerse un par de aquellos frutos. Nuria poco a poco empezó a encontrarse mal, era bastante evidente que la niña no estaba bien, hasta que un día Marta, además de las manzanas pinchosas, en su macabro juego, le mandó a buscar unas pastillas de colores que había en el baño y que habían cogido unos días antes diciéndole que con eso se le pasarían los dolores de estómago que tenía. Nuria tenía una fe ciega en su muñeca y se las tomó todas, cayendo al poco tiempo, totalmente inconsciente allí mismo. Al caer soltó a su muñeca que cayó separada de ella, fue entonces cuando comenzó a respirar con menos dificultad y así la encontraron sus padres cuando fueron a buscarla para cenar. Llamaron al médico inmediatamente. Cuando este llegó se asustó al ver el aspecto de aquella criatura a la que hacía un par de meses que no veía. Tanto había cambiado en tan poco tiempo. Trató de reanimarla y después de no pocos esfuerzos consiguió que la niña volviese en sí, que recuperase la consciencia. Lo primero que la niña preguntó fue por Marta, la tranquilizaron con la promesa de que enseguida irían a buscarla. El médico interrogó a los padres que aunque ahora si la veían muy demacrada, como el cambio había sido muy poco a poco no se habían dado ni cuenta. El cambio de trabajo del padre tenía trastocada la convivencia en el hogar y ello contribuyó a que el cambio de la niña hubiera pasado desapercibido para ellos. Ella había cambiado pero no solo físicamente, sino de comportamiento también. Fue entonces cuando tomaron conciencia de la gravedad del caso porque la niña era evidente que no estaba bien. Hablaron con ella y les confesó lo que había comido ¡¡arsénico!! una planta que brota salvaje y cuyos frutos son poderosos alucinógenos y que si se toman en cuantía indebida llegan a producir la muerte. El doctor al enterarse le puso un tratamiento para desintoxicarla del veneno mortal y poco a poco se iba recuperando, aunque alrededor de sus ojos había unos cercos violáceos y su tez, antes sonrosada, ahora era blanca, casi transparente. Sus labios seguían azulados lo que le daba un aspecto siniestro, casi espectral. Por fin, se quedó dormida. Haría falta unos cuantos días para eliminar totalmente el veneno ingerido, si es que todavía se podía hacer algo. El médico se marchó dejándoles las recomendaciones oportunas: mucho líquido, arroz blanco, pescado hervido y manzanas normales, descanso, etc.… Los padres se quedaron pensando en los cambios que había habido y poco a poco fueron construyendo la situación en la que se encontraban, intentando encontrar el motivo de todo aquello que le estaba sucediendo a su hija. Se dieron cuenta que casi siempre vestía con sus ropas más oscuras, había dejado de ponerse sus preciosos vestidos de colores, había hecho a un lado sus numerosos juguetes y muñecas y, sobre todo, había abandonado a sus amigas con las que jugaba todos los días, ya no veía la televisión, ni siquiera sus programas favoritos y lo más duro fue cuando se dieron cuenta de que hacía mucho tiempo que no veían reírse a su preciosa niña y ellos habían permitido que aquello sucediese delante de sus narices, sin haber reparado en ello. Nuria se había convertido en una sombra de la niña alegre y saludable de meses atrás, aquella que parecía un ángel y que lo era ya no estaba allí. Cuando vieron que ya estaba más tranquila y que dormía, Raúl se acordó de la muñeca que su hija pedía insistentemente aún estando dormida. Bajó al jardín a recoger a Marta que se había quedado allí tendida, para llevársela a su hijita. La buscó y cuando la localizó, al agacharse a recogerla vio con horror que la preciosa muñeca que él se había encontrado la primera noche de su nuevo trabajo ya no era ni por asomo esa linda muñequita. Viéndola le recordó inmediatamente a su hija, a la que había estado a punto de perder y que ahora mismo aún estaba luchando por salir adelante. Las dos tenían el mismo aspecto, eran una copia una de la otra. No sabía cómo, no entendía el por qué, pero llegó a la conclusión de que aquella muñeca era la clave de toda aquella tragedia. Así que sin pensarlo dos veces salió de casa, puso la muñeca en el asiento de al lado y se dirigió a la ciudad más cercana buscando un contenedor de basura. Condujo varios kilómetros y cuando creyó que era conveniente paró, se bajó del coche y cuando se disponía a tirarla no podía creer lo que estaba viendo: la muñeca volvía a ser la preciosa muñequita que él había encontrado y regalado a su hija. Con un grito ahogado y como si quemase en sus manos la tiró en el interior del contenedor y volvió a casa a toda velocidad. Subió las escaleras de dos en dos, como si le persiguiese el diablo y cuando llegó a la habitación de Nuria corriendo, la destapó y… era ella!!! Su hijita, por Dios!!! Su ángel había vuelto y estaba plácidamente dormida con una respiración tranquila y sosegada. Se quedó mirándola arrobado durante mucho, mucho tiempo viendo como volvía el color a sus mejillas y su pelo se tornaba nuevamente sedoso y brillante como el que siempre había tenido, sus labios se llenaron de color rosa y dejaron de ser dos finas líneas moradas. Por fin, tras dar gracias a Dios, se fue a acostar. Cuando amaneció el nuevo día, todo había vuelto a la normalidad, la niña nunca más preguntó por su muñeca, fue como si hubiese desaparecido de su mente, no la recordaba… y la sonrisa volvía a lucir en su cara… En ese momento en un contenedor de una ciudad cercana, un gato sacaba una preciosa muñequita con el pelo morado y rizado y salía huyendo, antes de que se acercase el camión de la basura, dejándola cuidadosamente en un portal… La muñeca sonreía, sonreía, sonreía…

5 comentarios:

  1. con lo bonita que es la muñeca y que puñetera.
    a mi ahora no me la vengas a devolver jajajajaj

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  2. ¡¡¡NOOO!!!! esa muñeca es miaaaaaa jjajaja. Gracias por el comentario Mercy.

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  3. Vaya, tiene razón, Mercy, vaya puñetera de muñeca, ni se te ocurra mandarme una igual por navidad. jajajajajajajaja

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  4. Me ha encantado este cuento. Todos los que escribes, por supuesto, pero este en especial, pues has tenido varios colaboradores, no?, jajajajaja... Mercy que te regaló la muñeca y yo que te ayudé a construirlo y te dí los nombres. Precioso. El mejor cuento colaborado y el primero que he escrito así.
    Guapa.

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  5. Un cuento muy truculento e interesante y que te mantiene desde el principio hasta el final con el alma en vilo. ¡Felicidades a ambos!. Sobre todo a esa bella muñeca que Mercy regaló y a la inventiva que tenéis Ricardo y tu juntos. Podíais presentaros a algún concurso.

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vuestras opiniones me importan y mucho...graciassss